¿Cuál es el alcance de la misericordia de Dios?

 

1 Timoteo 1:15-16

Alguna vez se ha preguntado ¿Qué no perdona Dios? Bueno, déjeme ilustrar con esta otra pregunta ¿Será que aquello que hice Dios nunca me perdonará? En ocasiones puede surgir este pensamiento. Es claro que Dios nunca va a perdonar a alguien que no está dispuesto a arrepentirse y lo haga, sea cual sea el error, es necesario, Dios da la salida para cualquier error. Quizás alguno tenga alguna respuesta para lo que Dios perdona o no, al final la Biblia será nuestra única guía y el texto que se me ocurre para hoy es (1 Juan 5:16). Por otro lado, muchas prácticas que son pecado, cuando se comenten, ha surgido el error de categorizarlos, o muchas veces suele ser que impacta más, porque sus consecuencias son devastadoras y con base a esto muchas personas por ejemplo yo, que muchas cosas que he hecho mal me han costado perdonarlas.  Existen otros ejemplos, siguiendo esta misma línea, que a las personas les cuesta perdonar a otros, necesitan tiempo o la herida sigue allí, esto es algo real.

Ahora ¿Qué pasa cuando hacemos cosas terribles y queremos el perdón de Dios?  ¿Será que a él le cuesta perdonarnos? ¿Será que categoriza los pecados? ¿Será que Dios ve las consecuencias y dice: esto es difícil que lo perdone? Bueno, es por esto por lo que me he sumergido en un ejemplo de la Biblia que para mi vida es demasiado importante, lo cual necesitaba recordarlo pero también compartirlo; el ejemplo del apóstol Pablo.

El apóstol Pablo indudablemente hizo un buen trabajo en el cristianismo, pero existe una parte de su vida que impactó fuertemente, y déjeme decirle que personalmente no considero el impacto por lo malo que hizo, sino por lo que Dios hizo en él. Porque experimentó la magnitud de la misericordia y gracia de Dios. El texto base es el siguiente:

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.” 1 Timoteo 1:15-16/RV1960.

En este texto Pablo menciona una gran verdad pero con un enfoque muy llamativo y es que vemos el propósito de Dios para con él. Cuando hablamos de Pablo, o Saulo. Debemos recordar un hombre que antes de obedecer el evangelio había crecido en la ley del Antiguo Testamento, era un fariseo, Celoso, quien tenía una conducta muy fuerte en el judaísmo (Filipenses 3:4-6), y en este pasaje nos muestra que él era un perseguidor de la iglesia. En (Hechos 7:60-8:1), fue un hombre consintió en la muerte de Esteban, el primer mártir de la iglesia, al menos lo que la Biblia nos comparte. Póngase a pensar conmigo por un momento este escenario, injustamente mataron a Esteban y lo acusaron de Blasfemia, la persona sería apedreada (Levítico 24:16). Puede imaginar por un momento a las personas cuando lo hacían y ver la reacción de los hermanos. Puesto que en el contexto se ve que hubo una gran persecución en Jerusalén, esto fue fuerte.

Pablo fue un blasfemo, es alguien que habla algo más, algo que no es, algo en contra. En este caso estaba hablando de un momento de su vida pasada cuando andaba en contra de la iglesia y así mismo del Señor Jesucristo, en aquel tiempo Saulo no creía en Jesús como el Mesías, el Ungido de Dios. Cuando Pablo estuvo en Damasco el mismo Señor le dice que es él a quien perseguía, pues iba persiguiendo a la iglesia para dar cartas para ser arrestados (Hechos 9:4-5).

Déjeme mencionar algunas de las palabras que él mismo menciona. Pablo fue un perseguidor de la iglesia, por ejemplo; en el recuento que hace en (Hechos 22:4; 26:11 dice: “castigándolos con frecuencia” “procuraba obligarlos a blasfemar” “persiguiéndolos aun hasta en las ciudades extranjeras” haciendo referencia a la manera de ser como un hombre celoso de la ley, pero en ese tiempo no era correcto. Porque ya la ley había sido quitada (Colosenses 2:14).

Pablo también fue un injuriador; que es “alguien que, enaltecido con orgullo, ya sea insulta a los demás o les hace algún acto vergonzoso de mal” según (Thayers). Pablo hizo cosas desastrosas, no solo al negar a Cristo y no obedecer en aquel tiempo, si no el maltrato hacia aquellos que seguían a Cristo y la manera tan persistente con lo que hacía esto. Él era un maltratador que consintió en la muerte de muchos, estuvo ahí presente y estaban de acuerdo, daba su voto para que muchos murieran de forma injusta.

Tanto fue la impresión que debemos recordar lo que sucede después que obedece, tiempo después. En (Hechos 9: 23). Pablo después de predicar y esforzarse pues por su pasado había cierta dificultad. Pero observe este pasaje conmigo, cuando Pablo llega a Jerusalén cuando se acercó a los discípulos la forma en que ellos actuaron quizás al ponerse distante de él, fue por el miedo que le tenían. Observe de nuevo esta frase “ellos le tenían miedo” a Pablo. No fue pequeño lo que hizo. Es aquí donde comprendemos un poco quién era él. Un pensamiento incorrecto pero claro que se ha dado en la historia es que sería una persona que Dios le costaría perdonar. Pero la verdad es que no es así.

La frase: “Yo soy el primero” es muy importante, pues, muestra que Pablo quedó como un “patrón, modelo o prototipo” de lo que Dios puede perdonar. Pablo no fue el primero en obedecer el evangelio, si no que se humilla al ponerse como el peor de los pecadores y quiere enfatizar lo que él era y lo que Dios hizo por él. Fue el ejemplo de tanta misericordia por lo que había hecho como diciendo: Yo soy un prototipo de lo que la misericordia y gracia de Dios pueden hacer en una persona. Pablo se muestra en una posición de alguien que dice: no merecía salvación, merezco el castigo, pero soy aquí un modelo de la gran clemencia, de la paciencia y del amor de Dios para perdonarme por todo lo malo que hice y he sido perdonado por medio de Cristo.

Jesús vino a morir en la cruz del calvario por los pecadores, vino a salvar y todos necesitamos mirar a la cruz y obedecer a Dios para que sea otorgado el perdón. Jesús no vino a vacilar, no vino a ver si podía ser el medio que permite la remisión, No, el vino para ser el sacrificio que permite la salvación de la humanidad y únicamente por su sangre encontramos el perdón.

Debemos recordar que ninguno de nosotros es merecedor del perdón de Dios. La misericordia que hoy podemos tener es la experiencia de la piedad de Dios a través del sacrificio de Cristo. Mi madre me dijo que la Misericordia es hacer el bien a quien no se lo merece, bueno nosotros experimentamos lo bueno que es Dios sin merecerlo. La gracia de Dios tiene que ver aquí mucho, pues es el favor de Dios que no merecemos por medio de Jesucristo. Dios realmente es muy bueno. Ciertamente tanto la gracia y la misericordia solo la podemos experimentar en este caso de perdón cuando obedecemos el evangelio y nos mantenemos firmes.

Ahora, considere algo más… Esta persona a quien le llamamos Pablo, en el contexto de 1 Timoteo 1: 15-16, Pablo agradece con tanta humildad no solo hablando del perdón de Dios, si no el privilegio, el gran honor de participar en el ministerio. Siendo lo que él era, se le confió el poder predicar, ser un apóstol de Jesucristo. En otro texto Pablo dice: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10).

Sin duda nadie está fuera y entra a Cristo sin ocupar del perdón, de su misericordia. Jesús vino a salvar a los pecadores. Yo soy uno de ellos, él vino a salvarme a mí también ¿Cómo se considera usted? ¿Cómo alguien que no ocupa perdón? Nosotros tenemos necesidad de él y por más pecados que hagamos, por más daño, catástrofes que hagamos ahí está el perdón de Dios a disposición de todos. Muchas veces nos cuesta pensar de esta manera, más si hay un ejemplo de alguien que ha hecho muchas cosas malas, cuesta pensar en perdonar así. 

Una vez escuche una frase que la persona que más se parece a Jesús es aquella que todo lo perdona. Es aquí donde reflexionamos el perdón de Dios ¿Cuánto mal le ha hecho usted a Dios en el transcurso de su vida? ¿Cuántas cosas por cambiar, por mejorar? Usted lo sabe, yo sé lo malo que he hecho en mi vida, mis luchas, mi debilidad, pero dichoso soy, porque he experimentado la clemencia de la misericordia y gracia de Dios en mi vida y si hoy me he equivocado porque humano soy, también sé qué él está dispuesto a perdonarme (1 Juan 1:8-9; 2:1). Y sé que no solo esto, sino que puedo agradecer humildemente el privilegio que hoy tengo de experimentar el perdón y poder compartir esta información con usted, como un humilde hombre que busca acercarse más a Dios.


Biblia Reina Valera. (1960). Editorial: Sociedades Bíblicas.

Thayer, H. (1896). Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento. Estados Unidos.





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