La Oración: El Hábito Constante que Todo Cristiano Debe Cultivar.
“Orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Desde muy pequeños nuestros padres o en escuelas y colegios
han brindado diferentes hábitos que son de mucho beneficio para nuestro diario
vivir. Crear buenos hábitos ayudan a nuestro bienestar humano, y siempre que
son dados requieren de nuestra parte cierta disciplina para que puedan llegar a
ser algo constante en la vida.
Debemos saber que todo hábito cuando llega a perderse es
cuando no le prestamos el interés apropiado e inclusive cuando no valoramos la
eficacia o la necesidad que brinda a nuestra vida y no en vano lo menciono.
El tema aquí es que la oración aunque es un mandamiento,
también es uno de los puntos clave para el éxito espiritual de todo cristiano.
La persona que escribe este artículo es muy joven en ser cristiano y en mi
corta vida he podido observar cuán importante y beneficioso es lo que Dios
ofrece al hombre a la hora de tener comunión con él, en este caso la oración ha
sido para mí de gran provecho en estos días.
La oración, como mencionamos comúnmente, tiene que ver con
la manera de comunicarnos con Dios. Por medio de la oración estando en Cristo
Jesús y escudriñando la escritura comprendemos cómo se hace, para qué y por
qué.
Así que la Biblia, el libro más conocido en todo el mundo es
el patrón para seguir. Ahora en esta información me basaré en el área personal,
más que todo. Veamos lo siguiente:
El modelo escritural de la oración:
En (Mateo 6:5-15), tenemos un ejemplo que Jesús da para que
consideremos cuán respetuosa, pura y de manera muy sencilla en el buen sentido
de la palabra, debemos realizar la oración. La oración en base a este pasaje no
es para ser visto por los demás, no es llamar la atención.
Más bien Jesús le da un momento único, íntimo ¿Por qué?
Bueno, estamos hablando con nuestro Padre celestial. No se trata de hacer un
espectáculo y estar repitiendo como “lora” lo mismo en diferentes palabras, no
es usar palabras vanas.
Debemos comprender un detalle que este pasaje nos da. Dios
ya sabe nuestras necesidades, hay que orar por que Dios lo que quiere es que
por nuestra cuenta se las demos a conocer.
Aquí nos muestra un vínculo de comunicación valioso. Quiero
recalcar algunos detalles de este pasaje y uno de ellos es que debemos dirigir
la oración al Padre, entre palabras que vemos en el pasaje son específicas y no
repetitivas. Así que, estas son bases para tomar en cuenta. Jesús dijo también:
“todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre” Lo menciono de esta manera
para realizar la oración al Padre en el nombre de Jesús como regla general.
La dependencia a Dios por la oración:
Creo que muchos podemos tener confianza en las capacidades
que tengamos, pero el cuidado con esto es que hay alguien soberano y no somos
nosotros sino Dios. Entonces es muy importante el lazo de unión que tengamos
con él.
En (Filipenses 4:6), el apóstol Pablo por inspiración del
Espíritu Santo comparte que no hay que estar afanados, que hay que darle a
conocer las peticiones en oración y ruego, pero no solamente, también acciones
de gracias. Dios quiere que dependamos de él porque él es el dador de todo lo
bueno (Santiago 1:17), Por consiguiente, la petición y ser agradecido debe ser
siempre para Dios en oración.
La dependencia a Dios es reconocida y dada por el rey
Salomón, hombre que conoció bastante de sabiduría y riquezas cuando dice:
“reconócelo en todos tus caminos” “no seas sabio en tu propia opinión”
(Proverbios 3:5-6), por ende, Dios quiere que pongamos en una posición real el
quién es él y quiénes somos nosotros.
No debemos olvidar el grado de humildad ante esta palabra
sabiendo quién es Dios. Ahora, podríamos añadir que cuando oramos al Padre, nos
oye cuando le pedimos conforme a su voluntad, según (1 Juan 5:14), hay una
base, un estándar. Por esto mismo, no es pedir conforme a mi voluntad, es
conforme a la de él, en Cristo.
La fortaleza espiritual por la oración:
Para tener un buen hábito debe haber varios propósitos del
por qué son tan necesarios. Nuestra vida cristiana es espiritual y estamos en
un proceso de vida en el que estar firmes requiere de nuestra atención, el
descuido trae muchos problemas. Además, somos humanos, débiles y muchas veces
enfrentamos situaciones que pueden ser difíciles.
Sin embargo, cuando oramos al Dios eterno, él no se cansa, y
su mente es inigualable. Así que siendo nosotros disciplinados en una oración
constante podemos tener fuerzas, porque él nos las dará, según (Isaías
40:28-29), Dios tiene todo lo necesario para nosotros, pero debemos buscarle (1
Crónicas 16:11).
Somos tentados constantemente; los descuidos son peligrosos
repito y recalco su importancia, tanto así que nuestro Señor Jesucristo les
dijo a sus discípulos: “velad y orad para que no entréis en tentación”
(Mateo 26:41).
El pecado está a la puerta pero nosotros debemos hacer algo
más que controlarnos y es no dejar que el deseo se apodere y lo materialicemos.
Sin embargo, tener un lazo fuerte con Dios será de gran ayuda, no en vano Jesús
lo dijo de esta manera.
Así que podemos tener fortaleza espiritual y la encontramos
en la palabra de Dios y ella misma nos dice cómo podemos estar firmes ante las
asechanzas del diablo y es vestirnos de toda la armadura espiritual (Efesios
6:11), donde en contexto nos dice: “orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos” (Efesios 6:18). No en vano Pablo inspirado lo menciona
así.
La sabiduría obtenida por la oración:
La oración debe ser tomarla en alta estima mis hermanos y
amigos, no podemos tener duda de ella. ¿Por qué lo digo? Bueno si ha existido
personas que son incrédulas y no lo hacen con fe en que al hacerlo de un buen
resultado. Quiero decirles que he visto muchas oraciones contestadas y eso ha
sido por la fe y perseverancia de muchos.
En las pruebas de la vida es interesante que cuando llegan
podemos no estar muy preparados para actuar de forma adecuada. Santiago
inspirado habla sobre pedir sabiduría a Dios y que la dará y no será poca, el
pasaje es claro (Santiago 1:5). Ahora, Dios deja claro aquí que debe ser con
fe, la duda en la oración no es buena (Santiago 1:6). Dios quiere que
cualquiera que se acerca a él, crea en él (Hebreos 11:6).
Ahora quiero dejar en claro que esta sabiduría de cómo
actuar, es Dios quien nos da los medios como tal. En su palabra la encontramos
e inclusive provee los medios para poder manejar de forma apropiada aquellas
situaciones en que nuestra fe está siendo probada. Sin duda alguna es un hábito
maravilloso, solo no hay que dudar.
La efectividad de la respuesta a la oración:
Cuando nosotros tenemos este hábito no hay que
desesperarnos, pero debemos ser realistas, suele suceder. Ahora, Dios ya sabe
lo que ocupamos, solo que debemos considerar los puntos anteriores hasta llegar
aquí. No podemos dejar pasar la oración ferviente de Elías que recalca como
ejemplo Santiago y cómo enfatiza que la “oración del justo puede mucho”
(Santiago 5:16).
Podemos mencionar otros detalles más que son muy importantes
para nuestra vida como cristianos, y es que cuando pasamos por adversidades
muchas veces no sabemos pedir como es conveniente y en este caso no es que
pidamos con malos deseos sino que por las circunstancias quizás no ponemos las
palabras más adecuadas.
Sin embargo, Dios sabe lo que es mejor para nosotros, conoce
lo que hay dentro de nosotros y en su debido momento responderá (Romanos 8:26).
La oración es buena, siempre lo será, pero puede haber un
obstáculo muy grande, y es cuando no pedimos con buenos fines (Santiago 4:3),
no es para propósitos buenos. Por dar un ejemplo incorrecto: Que alguien le
caiga mal a una persona y diga “voy a pedir en oración que esa persona se
muera” que absurda oración ¿verdad? Pues debería pedir algo en positivo más
bien.
Podemos decir que la oración es un mandamiento y un buen
hábito para seguir, es parte de nuestra vida, nuestra relación con Dios,
depender de él, encontrar la fortaleza y sabiduría confiando en su mejor
respuesta para nuestras vidas. Por favor, no se canse de orar, créale porque
nadie le dará mejor respaldo que el que Dios da.








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